Justicia para Nuestras Hijas nació del más profundo dolor: el de una madre que, tras la desaparición y feminicidio de su hija Paloma Angélica Escobar Ledezma, decidió no quedarse en silencio. Fue el 29 de marzo de 2002 cuando Norma Ledezma Ortega, en Chihuahua, México, transformó su duelo en una lucha incansable por la verdad, la justicia y la memoria.Con el tiempo, más madres, hermanas e hijas —mujeres valientes marcadas por la misma herida— se unieron a este llamado. Unidas no solo por el amor a quienes les fueron arrebatadas, sino también por la determinación de evitar que otras familias vivan el mismo horror.Así nació Justicia para Nuestras Hijas: una organización civil sin fines de lucro que acompaña a víctimas, exige rendición de cuentas y trabaja por un cambio profundo en las estructuras que perpetúan la violencia y la impunidad. Porque cada historia merece ser escuchada, cada hija merece ser buscada, y cada familia merece justicia.
La sociedad chihuahuense conoce y ejerce sus derechos humanos con perspectiva de género a través de la educación, prevención y atención psicojurídico. El estado de Chihuahua debido a las acciones de prevención es un lugar donde las personas pueden vivir más seguras . Contamos con información sistematizada a través de los protocolos y mecanismos de la operación previamente establecidos. Así mismo tenemos un programa de capacitación, desarrollo permanente, nuestras finanzas son sustentables y transparentes.
Atender, acompañar y asesorar a las víctimas de delitos por razones de género, privación de la libertad y vida, garantizando su acceso a la justicia. Empoderar a la sociedad chihuahuense, incluyendo a las familias, mediante la prevención y educación en género, derechos humanos, justicia y liderazgo.
Construir una comunidad más justa y equitativa, consciente de sus derechos. Asegurar atención integral a todas las personas y fortalecer nuestras estructuras con personal capacitado para una respuesta efectiva y eficiente. Mantener finanzas sustentables y transparentes, inspirando confianza en la comunidad.
En Justicia para Nuestras Hijas brindamos acompañamiento a familias que han sido impactadas por graves violaciones a los derechos humanos, como la desaparición de un ser querido, la privación de la libertad o de la vida, y otras violencias ejercidas por razones de género.Nuestro acompañamiento es cercano, empático y comprometido. Caminamos junto a quienes enfrentan procesos dolorosos, acompañándoles desde lo jurídico, lo psicosocial y lo humano, con respeto a su dignidad, a su historia y a su lucha.Acompañamos a quienes han sido ignoradas o revictimizadas por las instituciones, para que no estén solas y puedan seguir adelante en su búsqueda de verdad y justicia. Porque cada vida importa, y cada familia merece ser escuchada, sostenida y acompañada.
Acompañamos con amor, empatía y compromiso a las familias que viven la ausencia de un ser querido y enfrentan la indiferencia institucional. Lo hacemos desde una mirada integral que pone al centro la dignidad, la memoria y la búsqueda de verdad y justicia. Caminamos junto a ellas y ellos, porque ninguna familia debería recorrer este camino sola. Nos guía un enfoque de derechos humanos, de género y de cuidado, que reconoce el dolor, pero también la fuerza de quienes siguen luchando.
Donde hay ausencia, llevamos presencia.
Donde hay silencio, llevamos voz.
Donde hay olvido, llevamos memoria.
El 2 de marzo de 2002, en la ciudad de Chihuahua, Paloma Angélica Escobar Ledezma salió de casa para asistir a sus clases de computación. Tenía apenas 16 años. Como cualquier adolescente, llevaba consigo sueños, esperanzas y un futuro que jamás debió ser interrumpido. Ese día, su madre, Norma Ledezma, la despidió sin imaginar que sería la última vez que vería a su hija con vida. Lo que siguió fue una búsqueda desesperada, valiente, llena de amor y angustia. Durante 27 días, Norma movió cielo y tierra para encontrarla, hasta que, el 29 de marzo, Paloma fue hallada sin vida.Pero aquel día no terminó su historia. Ese mismo día nació una lucha que no se ha detenido. Norma transformó su dolor en resistencia, su pérdida en fuerza, y su voz en el eco de muchas otras madres que también buscan a sus hijas, que también exigen justicia. Así nació Justicia para Nuestras Hijas: no como una organización más, sino como un acto de amor radical. Un movimiento que lleva el nombre de Paloma en cada paso, en cada exigencia, en cada abrazo que se da a otra familia que atraviesa el mismo dolor. Paloma no está olvidada. Su historia es la raíz y el corazón de esta lucha.
Porque su vida importa.
Porque su memoria guía.
Y porque el amor de una madre puede cambiarlo todo.
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